Guante rojo by Holly Black

Guante rojo by Holly Black

autor:Holly Black [Black, Holly]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T00:00:00+00:00


Me resulta totalmente surrealista llevar a Lila al cine. Los dos tenemos autorizaciones de nuestros padres para salir los viernes después de clase, así que podemos ir en mi coche y quedar con Daneca y con Sam en el cine.

Se sienta delante. Se ha puesto unos largos aretes de plata que penden como dagas y un vestido blanco que se le sube hasta los muslos cuando se sienta. Intento no mirar. Bueno, más bien intento no quedarme embobado, porque estamparía el coche y nos mataríamos los dos.

—Así que esto es lo que hacen los alumnos de Wallingford cuando salen por ahí… —dice Lila.

—Eh, venga ya —contesto riendo—. Te has perdido tres años, pero no vienes de otra época. Ya sabes lo que es una cita.

Lila me da un golpe en el brazo. Me duele; sonrío.

—Lo digo en serio —insiste—. Es que es todo muy formal. Cualquiera diría que luego nos prometeremos amor eterno y llegar vírgenes al matrimonio.

—¿Qué hacíais en tu otro colegio? ¿Orgías romanas o qué?

Me pregunto si habrá vuelto a ver a alguno de sus amigos de aquel colegio pijo de Manhattan. Me acuerdo de cuando los vi en el cumpleaños de catorce de Lila, rebosantes de superioridad. Niños ricos obradores, preparados para dominar el mundo.

—Había muchas fiestas. A veces la gente solo se enrollaba. No había parejas formales. —Se encoge de hombros y me mira entornando las pestañas rubias—. Pero no sufras. Me divierten vuestras pintorescas costumbres.

—Gracias a Dios —digo, llevándome la mano al corazón con exagerada emoción.

Sam y Daneca nos esperan en el puesto de palomitas, discutiendo sobre si el regaliz rojo es más o menos repugnante que el negro. Sam acuna un enorme y reluciente cubo de palomitas.

—Bueno, eh… ¿quieres algo? —le pregunto a Lila.

—¿Me vas a invitar? —dice ella, fascinada. Al ver que Sam se ríe, le lanzo mi mejor mirada asesina—. Un granizado de cereza —se apresura a añadir Lila.

Quizá piense que se está pasando un poco conmigo, porque me acompaña al mostrador. Nos quedamos mirando cómo el hielo picado se va tiñendo de rojo. Lila se apoya en mi hombro.

—Siento ser tan borde —me dice con la boca apoyada en mi manga—. Estoy muy nerviosa.

—Creía que ya habíamos dejado claro que me gusta que seas borde —susurro mientras recojo los dos granizados.

Su sonrisa es tan resplandeciente como las luces de la marquesina.

Nos rasgan las entradas y los cuatro entramos en la sala. Ya están poniendo los créditos iniciales. El cine no está muy lleno, así que nos sentamos al fondo.

Todos hemos acordado tácitamente no mencionar los acontecimientos de ayer: ni la manifestación ni el calabozo. El frescor de la sala de cine parece sólido y real; hace que todo lo demás resulte muy lejano.

La invasión de las arañas gigantes es la hostia. Sam no deja de hablar durante toda la película: nos explica qué arañas son marionetas y de qué están hechas las telarañas. No me entero bien del argumento, pero la crisis de las arañas gigantes parece estar provocada por una especie de energía del espacio exterior.



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